Hace 50 años que la catástrofe de Ribadelago, la rotura de la presa de Vega de Tera, sucedió. Esta rotura, el 9 de enero de 1959, inundó y arrasó el pueblo de Ribadelago, provincia de Zamora, causando la muerte a 144 de sus habitantes. El desastre generó un importante movimiento solidario de apoyo a las víctimas a nivel nacional e internacional.
El embalse de Vega de Tera es un pequeño aprovechamiento hidroeléctrico situado en el curso del río Tera, en la comarca de Sanabria, que forma parte de un sistema más amplio de lagos artificiales y canales denominado Salto de Moncabril. La noche del 9 de enero un sector de más de 150 metros de longitud del muro de contención de la presa se derrumbó dejando escapar casi 8 hm³ del agua embalsada. El pueblo, situado ocho kilómetros río abajo, fue rápidamente alcanzado sin dar apenas tiempo a los vecinos que sintieron un fuerte estruendo consecuencia de la ruptura y el torrente de agua posterior. Muchos de las edificaciones fueron destruidas por el agua y tan sólo fue posible recuperar 28 cuerpos de las personas fallecidas. Dada la localización del pueblo y las infraestructuras de la época, las primeras asistencias no llegaron hasta la mañana siguiente.
Según testimonios de trabajadores del embalse, las instalaciones tenían graves deficiencias estructurales como consecuencia de una mala construcción. El proceso judicial posterior seguido en la audiencia Provincial de Zamora culpó en exclusiva a un encargado de obra, mientras que los directivos de Hidroeléctrica Moncabril, la titular de la explotación, señalados en el proceso resultaron con penas de privación de libertad tan exiguas que nunca ingresaron en prisión y, tras los recursos interpuestos, fueron indultados por el Gobierno. El régimen franquista nunca depuró posibles responsabilidades políticas e intentó en todo momento minimizar el alcance de la noticia de la catástrofe, que se saldó igualmente con exiguas indemnizaciones de apenas 90000 pesetas de la época por cada fallecido.
Se construyó con malos materiales y en una ubicación umbría otro pueblo aguas abajo, siguiendo el modelo de repoblación del Plan Badajoz, llamado Ribadelago de Franco, a un kilómetro al sureste de la aldea arrasada, que ahora se conoce como Ribadelago Viejo, para realojar a los supervivientes que perdieron su hogar.
La presa quedó abandonada y en la actualidad continúa en estado similar al del día del desastre.
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